Lo determínate de
algunos hechos históricos
Juan Alberto Remedi                                        marzo
2020 Paraná (Entre Ríos)
 Uno de los puntos de partida para el abordaje de
 aspectos generales del devenir histórico,
 es remitirse  (entre otros aspectos) a  la filosofía clásica Alemana  considerando  “lo ideal”  
en toda su dimensión real,  como  una relación de lo “ideal en general” con lo
“material en general” con la mutua conversión de ambos aspectos  en un proceso innegable  de la misma trasfiguración. Carlos Marx,  apoyándose en los   estudios de sus antecesores entre ellos, Friedrich
Hegel, expuso sobre  la evolución  real de la “actividad vital  humana”  donde  la acción material del “hombre social”
comienza a producir no solo un producto material,  sino también un  proceso ideal  (conversión de lo material a lo
espiritual)  una vez surgido  lo ideal, deviene  en un importante componente de la  actividad  del hombre y comienza  a ejercer la función opuesta  de la materialización, dos hechos cerrándose,
  conformando ciclos, al final de un proceso
deviene el inicio de otro opuesto a él, conduciendo a un movimiento espiralado  dialectico, inherente únicamente a la
actividad del “ser social”.
Esa labor,  en conexión con  distintos   componentes
de cada tiempo,  posibilito   en el
siglo XV  la ofensiva plurisecular de  los mega saqueos de América Latina, África y
Asia,   culminando a lo largo del
siglo  XIX devorando a casi la totalidad
de la periferia - en este sentido  (el
mundo del 1900 se presenta decididamente   occidental por la integración burguesa del  espacio original, sus amplias colonias y semi
colonias)  el  aburguesamiento general del siglo XVII con  expresiones 
notables en  la revolución  industrial Inglesa,   las
transformaciones dinamizadas por la revolución Francesa, seguida por las
guerras napoleónicas, coronaron   el control total del planeta, mientras los
pillajes  conformaron  un  plus histórico 
denominado “acumulación originaria” asimilado por Estados  unidos y Europa  bajo la forma de “civilización occidental”
acelerando la creación de  un gran mercado
interno,  industrialización,  desarrollo científico técnico,   utilizando   la
larga crisis Europea del siglo XVII  para
eliminar restos pre capitalista y digerir las riquezas acumuladas de  las depredaciones periféricas.
Implicancias de las  formas
organizativas del trabajo --      adquiriendo en  cada momento y
lugar un carácter específico, tanto en lo técnico como en lo jurídico,
contribuyo  a la configuración de  las sociedades  y  sus
formas organizativas, delimitando   diferentes 
épocas de la humanidad, esclavitud, feudalismo, capitalismo, socialismo.
 Lo trascendental  es  su injerencia
en la  socialización de los seres desde
lo  familiar, complementado con lo
educativo en  variados niveles,
culminando con la incorporación a la cadena productiva,   desvirtuada en el presente a consecuencia de
las limitaciones de un régimen transitando la senilidad.  
En la  sangrienta travesía del sistema,  se han producido grandes luchas obreras,  junto a 
diferentes sectores populares e inhumanas  represiones, manteniéndose vigente el elemento
central propulsor la “contradicción trabajo – capital”.  Ante lo cual,  necesariamente se debe volver la mirada hacia
un hecho trascendente para la vida de los pueblos, la “revolución Francesa” (24
de febrero 1848 – diciembre 1851)  la
caída de Luis Felipe y  formación de un
gobierno provisional, donde todo era provisorio,   proponiéndose en principios una reforma
electoral para   terminar con la dominación exclusiva de la
aristocracia financiera,  esgrimiendo
tres derechos fundamentales (libertad, igualdad y fraternidad)  siendo  el prólogo de la revolución en acecho.   Como en
todo accionar  signado por las
movilizaciones sociales, se profundizan las  dicotomías,  haciendo   estallar
 el conflicto verdadero con el pueblo
tomando las calles y el proletariado 
armas en  mano  imponiendo su 
sello de “republica social” como contenido fundamental de la revolución,
siendo derrotados mediante una alianza orquestada y nucleada en el llamado
“partido del orden”  avanzando sobre los
movilizados   al grito de familia, religión y orden,   hasta
que, en el mes de junio de 1848 el proletariado de Paris fue ahogado en sangre
y  el 2 de diciembre de 1851  la “república parlamentaria” de la burguesía
se adueña del poder, decretando la persecución, 
encarcelamientos, torturas, 
muertes y destierros de los insurrectos, imponiendo la anarquía en
nombre del orden y  restituyendo  el poder al mando imperial.  Gano la burguesía,  perdió el proletariado, así de simple en su
inmensa complejidad, a partir de lo cual,  la triunfante clase social  acelera la  marcha hasta  la ocupación total del mundo, cabalgando sobre
la llamada “paz de los 100 años” transcurridos desde las guerras napoleónicas
1815 hasta el comienzo de la primera guerra mundial. Nuestro país fue parte de
esas epopeyas,   en el año 1879 se producía la primera huelga
de la unión tipográfica por aumentos de salarios, y, en 1890  se realizaba  el acto del primero de mayo reclamando las 8
has de trabajo, demostración fehaciente de la dinámica adquirida por la contradicción
fundamental.
Durante los siglos
XVIII - XIX los imperios británicos, portugués, español y francés comienzan a
retirarse de América,  concentrándose  en Asia y África, enfrentándose     en los años (1914-1918) con la finalidad de
repartirse las nuevas colonias, convirtiéndose   en la
primera conflagración mundial,  como
resultado de la misma,  se desplomaron
los imperios Alemán, Austro Húngaro, Otomano y Zarista, favoreciendo  a 
los  británicos, quienes
impusieron  sus reglas e instituciones
militares, culturales y  la libra
esterlina como moneda de intercambio comercial, 
conformando un  momento clave en
el desarrollo del mundo y por ende de la contradicción mencionada, definiendo  el “final del ascenso  de occidente”. Al compás  de los hechos,  con fuerzas de huracanes en el año 1917
triunfa la primer revolución obrera  del
mundo en Rusia, con la decidida participación de obreros,  campesinos  y pueblo en general,   muchos nucleados el  partido Bolchevique   dirigido (entre otros)  por Vladimir Lenin y León Trotski,
viabilizando el primer gran desprendimiento 
de  occidente,  creando simultáneamente la Unión soviética,  dando vida a  otro acontecimiento  que conmovió  al planeta   antítesis del capitalismo,   por representar   los
intereses de la clase obrera y sus aliados.
  Supeditar  los trabajadores  al capital  fue y es  una constante, en ningún momento  o 
circunstancias  se abandonó  el objetivo,   avanzando
 luego de la primera guerra mundial con  la aparición de los  regímenes fascistas en Italia y Alemania.  Según opiniones de Vladimir Lenin  (los embriones del fascismo pueden detectarse
entre, fines del siglo XIX y principios del siglo XX   acompañado la “revolución industrial” y el
enfrentamiento de clases existente)  en
la Europa prospera e imperialista del siglo XIX,  en lo más alto del sistema de poder  residía una pequeña elite financiera  actuando como garante del equilibrio y la paz
interior, surgiendo en su seno  los
primeros brotes Fascistas,  anunciados  por Friedrich Nietzsche y George Sorel, como  el restablecimiento de las jerarquías sociales
vigorosas,  autoritarias, rejuvenecedoras
de occidente. Una vez más Argentina fue parte de esas protestas,  en el año 1902 (entre otras) se inició una
nueva etapa de luchas proletarias contra la miseria,  desocupación y reconocimiento de las
organizaciones sindicales, luego  sobrevino
la “semana trágica” gran  represión y
masacre del movimiento obrero bajo el gobierno radical de Hipólito Irigoyen y
en el año (1920 1921)   los hechos de la Patagonia rebelde, bajo el
mismo gobierno mencionado.
 Circunstancias no siempre recordadas  jalonaron hechos notables, como la
conformación de la “organización científica del trabajo” (OCT) impulsada por el
ingeniero norteamericano Frederch Taylor (de ahí el termino taylorismo) para  hacer realidad la aspiración perseguida  por los empresarios desde los inicios de la
industrialización,  consistente en la
subordinación total del trabajo al capital  a fin de lograr aumentos en la productividad,  requiriendo en su logro  la eliminación de cualquier forma de resistencia
obrera e imposición de  una serie de
ensayos decididos por los empresarios, 
basados en la determinación e investigación de los movimientos de los
tiempos empleados por los obreros en el desempeño de sus funciones  a las órdenes de capataces y gerentes. No se
trata  únicamente de una separación
física, sino también mental  entre,  las actividades de diseño y las ejecutoras
materiales de la producción, en relación (le
sucedieron  otros modos temporales de
producción como “el Fordismo” aplicado en la industria automovilística por
Henry Ford en el año 1914, con la aparición de la línea de montaje y  el sueño de todo capitalista el movimiento
perpetuo de la fábrica con una celeridad nunca antes conocida, inaugurando el
despotismo absoluto de los tiempos y movimientos.  Posteriormente 
apareció el “toyotismo” creado por Ohono,  en Japón en la década del 70 del siglo XX, con
la modalidad  del sistema justo a tiempo,  donde las piezas necesarias para el montaje
deben incorporarse a la cadena en el momento justo y la cantidad necesaria,
incorporando además la    eliminación
de stocks)
 Uno de los   elementos  faltantes   para
liberar el ciclo favorable al fascino era  el desarrollo de las crisis,  no solo en la dimensión económica sino
también política, emergiendo en  Italia  en el año 1922  inmediatamente después de la primera guerra
mundial  (luego que occidente se
convirtiera en el amo del mundo, coincidiendo  ambos acontecimientos en un corto espacio de
tiempo)   posibilitando la llegada al poder de Benito Mussolini,
quien  subordina a los sindicatos a la
patronal  mediante el “pacto del Palazzo Vidoni”
en octubre del año 1925, refrendado luego en la constitución laboral la “carta
del lavoro” sancionada en el año 1926. En Alemania  se manifiesta  en el año 1929 en momentos de la “gran
depresión”   creando las condiciones para la llegada de
Adolf Hitler al poder en el año 1933 y dar inicios a  la segunda guerra mundial entre los años
(1939- 1945).  La obsesión del fascismo Alemán
era capturar, vencer y arrodillar a la ex Unión Soviética (URSS)   exigiendo  para lograrlo  la vuelta  a las condiciones laborales del año  1918,  
 implementando  la destrucción de todo sistema de protección
colectiva y derechos laborales,   mientras restituía de modo total el poder al
empresariado, legalizado  por medio de  la “ley orgánica del trabajo nacional” puesta
en vigencia el día 20 de junio de 1934, restableciendo así, la absoluta
autoridad mediante la figura de “líder de empresa”.  Mientras en terruño se vivían las
consecuencias del golpe militar contra el  
gobierno de  Irigoyen en el año 1930
con  los ecos de las luchas y la  combinación 
del patriotismo aristocrático, la admiración por el fascismo Italiano y
el sometimiento colonial del imperialismo Ingles, apareciendo además  entre 
los años (1936-1943)  una serie de
huelgas  de las costureras Tucumanas en
demanda de mejoras salariales y contra la precariedad del trabajo a domicilio.
 Como si fuese algo calcado  una vez derrotado el movimiento obrero,   implementaron más audazmente los lineamientos
de la “organización científica del trabajo” (OCT) impulsando a las
corporaciones a remodelar la “organización social” esgrimiendo  un modelo militar jerárquico como único
ejemplo de capacidad productiva  y  pilares más importantes de la fuerza política
del estado, imponiendo   la “colaboración de las clases” en base a una
dinámica sancionada por la autoridad fascista.  Lo complementaban con  otra 
característica  el “trabajo
esclavo”   en las zonas ocupadas,  formulada entre los años  (1937-1939)  considerando a la oposición como  cuerpos humanos a disposición del capital,  estableciendo una de las “formas de
exterminio”  figurando una especie de
“selección natural” cayendo primero  los más
débiles,  desplegándose en su totalidad
entre los años (1941 -1942) coincidente con la reacción del ejército rojo y los
primeros reveses de los alemanes en la Unión Soviética. 
 Entre los finales de la  segunda guerra mundial   y
comienzos de los años 70,  se verifica un
periodo favorable para   Estados Unidos,  surgiendo    como
“gran potencia” prestamista de Europa  a través
del plan Marshall y los llamados milagros económicos de Alemania occidental e
Italia.   Hechos   presentados como superación de la decadencia,  el adiós a la crisis de los  años 30 – aunque al decir de    Jorge
Beinstein,  fue tan solo la
rehabilitación de más de dos décadas  
sostenidas por las muletas de Keynesianismo militar de Estados Unidos y
de intervención estatal dinamizando la oferta y la demanda de los países
capitalistas centrales, agotándose hacia fines del año 1960,  hasta hacer crisis en la década siguiente  dándole vía libre al capitalismo financiero, la
droga Keynesiana calmo los dolores del enfermo brindando mejoras pasajeras,  inoculando al mismo tiempo  venenos que solo lo agravarían su estado.  Periodo estampado por la existencia de la Unión
soviética junto a de nuevos 
desprendimientos de occidente con la revolución China y  Cubana,  jugando un decidido papel de contrapeso ante
las exigencias del capital.  En el
país,  juan Domingo Perón llegaba a la presidencia,
 acompañado de importantes luchas en lo fundamental
obreras,   el cual, respondiendo en partes a esas
exigencias, hizo  efectivos los derechos  ganados en las luchas pasadas,   creando
en general mejores condiciones sociales, hasta ser derrotado  a través de un golpe de estado de la  contrarrevolución en septiembre del año 1955.
 
 Un hecho de características singulares  toma formas con el golpe  de estado Onganiano del año 1966
autodenominado “revolución argentina” presentada como  fundadora de una nueva república, lo  peculiar  residía  en que   “por  primera vez en la historia”   un
golpe se abocaba  a la reconstrucción
integral de la sociedad  para  extirpar el cáncer  (no siendo   casual,
sino un  intento  de  respuestas elitista y reaccionarías  a las movilizaciones  obreras y populares de los años  60-70) imponiendo  los preceptos a través de la “doctrina de
seguridad nacional” formulada por los Estados Unidos  a fin de volcar el poder represivo de las
fuerzas armadas contra las estructuras de base e intermedias del  “movimiento obrero organizado”  a partir de ahí, contra cualquier sector
opuesto a sus designios considerándolos “enemigos internos” o agentes de la
subversión marxista, al son de defender los intereses de la burguesía industrial
monopólica.    
Recurrentemente el Crak
se hace sentir con la crisis petrolera mundial de los años  1970  acompañada
de la   estanflación 
y la declinación tendencial de la tasa de crecimiento económico global,  motorizadas por las potencias económicas
centrales,  en consonancia, el presidente
Norteamericano Richard Nixon el  año 1971,
 decreta unilateralmente  el fin del patrón oro dólar, iniciando un
productivo proceso  de emisión sin
respaldo oro, escoltado por las protestas del mayo Francés en el año 1968 ,
junto a  los acontecimientos autóctonos,
el  Cordobazo en el año 1969, decisivo en
la caída de la dictadura militar del onganiato 
con el simultaneo emerger juvenil con la consigna por la “patria
socialista”. 
0rganicamente
la recomposición   de los sectores más reaccionarios comenzó a
dar sus frutos en la segunda presidencia de Perón signada por grandes  movilizaciones obreras junto a otros sectores
sociales, coexistiendo con la  presencia  de bandas civiles y parapoliciales como la
alianza anticomunista argentina (AAA) en un accionar posibilitador del  golpe fascista cívico militar del año 1976,   continuación del golpe contra el gobierno de
la “unidad popular” en Chile, ambos aplicando el terrorismo de estado,  referenciando   el
inicio de   una “nueva época histórica  con la preponderancia del capital financiero a
nivel internacional”  imponiendo nuevas formas
de organización tanto del trabajo como de la sociedad  a través 
de represiones contra los dirigentes obreros,  sociales, mujeres,  jóvenes, 
encarcelamientos, torturas, muertes, secuestros,  campos 
de concentraciones,  robos de
niños,  al son de la lucha contra la  llamada “subversión” y las organizaciones
armadas de la época, aunque el foco principal estuvo puesto en el
desmantelamiento total de la dirigencia obrera 
juvenil o no juvenil de base, en lo medular   antiburocrática, con  fuertes expresiones en las comisiones internas
fundamentalmente fabriles acompañadas por las de los gremios de servicios. En
la coyuntura,  la crisis del
capitalismo  central sigue agravándose,
perdiendo vigorosidad productiva  entre
los años (1970-1980) al son de la 
expansión   en su seno del parasitismo. 
Se llega  así, al último cuarto del siglo XX principio
del  XXI con mayor explotación y acumulación,
 superpuestos, combinados e inseparables
de las innovaciones científicos técnicas (informática, microelectrónica, ingeniería
genética, nanotecnologías e inteligencia artificial) coordinando   en el
curso dos elementos centrales - 
desvalorización de la fuerza del trabajo – flexibilidad laboral.   situación
conducente  a la convergencia
internacional del “fin del auge neo liberal en el año 1990” el  lanzamiento de una “fuga hacia adelante”
(militarista) apuntando hacia la conquista de Eurasia,  acompañado por el derrumbe de la “unión soviética”
 el día 25 de diciembre del año 1991.   Stella
Calloni - Víctor Ego Ducrot, expresan  en
“recolonización o  independencia”  que, en dicho periodo el economista John
Williamson (investigador del instituto internacional de economía) de Washington,
elaboro diez recomendaciones de reformas económicas,  obteniendo el respaldo del departamento del
tesoro y el poder económico, llamado “consenso de Washington” insistiendo en
medidas de ajustes estructurales para  el
mejoramiento de las diversas economías, eficiencias y competitividad (una vez más
la obsesión de mayor productividad  se  expresa  crudamente)  
imponiendo, la  reforma tributaria
– disciplina fiscal – disciplina monetaria – política cambiaria –
liberalización comercial – liberalización financiera – liberalización de
inversiones extranjeras -  liberalización
de los mercados internos y derechos de propiedad – privatización de empresas
públicas – reducción del tamaño del estado. El  presidente Carlos Menen en el país (1989-1999)
fue uno de los mejores alumnos y propulsor de tamaños   ajustes contra los trabajadores y sociedad
en general.
 Los gobiernos pos dictadura fascista,  surgidos del voto ciudadano, entre ellos, el
de Raúl Alfonsín (1983-1989)  convocante
a la formación de “comisión nacional sobre desaparición de personas” CONADEP  (hoy  con
un oportunismo sin límites,   sin pedido de nadie   presentado como padre de la patria, dejando
de lado cualquier mención critica) prepararon   las
condiciones propicias  para el desarrollo
de los acontecimientos del mes de diciembre del año 2001,  terminando 
con la presidencia de Fernando De la Rúa 
que “se vallan todos”  la asunción
de Adolfo Rodríguez Saa  y
posteriormente   de Eduardo Duhalde como
presidente en el periodo (2002-2003).
Dentro de la convulsión
reinante,  el día 16 de octubre del año
2003 los presidentes Néstor Kirchner (Argentina) y Lula Da Silva (Brasil) reunidos
en Buenos Aires firmaron un documento el “consenso de Buenos Aires” opuesto al
de Washington, en momentos del auge de  “gobiernos progresistas” y en otros casos de “izquierda”
con   Hugo Chávez en Venezuela y  Evo Morales en Bolivia.  Llegándose en el año 2008 al  colapso de la burbuja financiera,  junto  al
 despliegue de crecimientos anémicos
en  occidente y desaceleramiento de la
economía China, expresando   con nitidez  el “comienzo de la decadencia”  (entendida como,  una  evolución
prolongada   donde coinciden los indicadores
como,  la reducción sistémica del ritmo
de crecimiento económico  hasta llegar a
la retracción, declinación social generalizada, degradación institucional y
hegemonías parasitarias).  
 Seguir manejando la organización del trabajo a
escala global, impulso a los sectores más reaccionarios internacionalizados a
reflotar las ideas fascistas, apareciendo  como “neo fascismo” en nuestro caso periférico,
 absorbiendo componentes de la vieja experiencia
  pero siendo más pragmático, no rechazando  la democracia burguesa, sino utilizándola en
su favor, mimetizándose en ella,  poniéndola al servicio de sus planes de mayor
explotación, racismo, desposesión y autoritarismos,  fenómeno inherente a la época del “capital
financiero global” con sus consecuencias de reproducción parasitaria,
fragmentación social, transcolonizacion y rupturas  de las integraciones  nacionales.  El viejo fenómeno renovado aparece como un  desafío superior,   anidando   una capacidad
letal mayor sobre sus   víctimas potenciales  “la humanidad toda” e  instalando   en la
región  regímenes con lineamientos “neo
fascistas periféricos” como el gobierno de Mauricio Macri en nuestro país, Jair
Bolsonaro en Brasil  y el   surgido
del golpe de estado racista y neo fascista en Bolivia, sumándole los intentos
golpistas y de intervención militar 
norteamericana  en el  hermano pueblo Venezolano y el refuerzo    del arcaico bloqueo a Cuba socialista.
Bien, la nueva universalización
de la contradicción en ciernes , atraviesa uno de sus grandes ciclos bajo la
forma de reconfiguración de las relaciones de las clases entre “naciones y
capitales”  con nuevas tendencias en  las relaciones sociales  planetarias, a saber -    ampliación mundial de la escala de
salarizacion en baja- incorporación de nuevos territorios a los circuitos
desregulados del mundo-  rupturas de las
barreras naturales,  requiriéndoles  borrar los registros de la memoria activa
histórica colectiva, rompimientos de  resistencias e imposición  sobre tierra arrasada el nuevo mundo del
capital.  Su nervio central reside en  la confrontación global expresada en la  fragmentación y mundialización de los procesos
productivos -  avances en las tecnologías
de la información (TIC) rompiendo barreras temporales para la movilidad del
capital  gestándolo las 24  horas del día -  expansión en (calidad y velocidad) de los
medios de trasportes -  crecimiento de
las migraciones de las fuerzas de trabajo del sur hacia el norte.  Se sustenta   en la
“violencia” aunque quizás, de modo más abstracto o despersonalizado,
acompañado  por  la subordinación de la ciencia al
capital,   produciéndose en ese arco,   un  salto cualitativo en la mercantilización de
los vínculos sociales, a través   de  las 
privatizaciones de los servicios de salud, educación, jubilación,
imposición de la flexibilidad laboral y precarización de la contratación.   Mauricio Macri en el país,  fue la fiel expresión de lo señalado.
Expropiar a los
expropiadores – reflexionar sobre las nuevas formas
de dominación y su otro componente la “resistencia e insubordinación de las
clases    subalternas” conduce   a estimar  los cambios efectuados en la composición de
las fuerzas del trabajo, con   la  nueva figura el  “trabajador colectivo globalizado”  en los procesos productivos,  pero 
sustentados  nacionalmente,  en la evolución  del  control estatal del capital como  espacios de construcción de hegemonías. Por lo
cual,  la comunidad material del trabajo
universal y la imprescindible    solidaridad,  necesita ser pensada a partir del punto donde
se encuentran, enfrentan y combinan, el trabajo objetivado y el trabajo vivo,
trabajo pensado y trabajo materializado,  en ese  lugar donde se origina   con
toda crudeza la contradicción expuesta. 
Cabalgando sobre esa
dinámica,  el  imperio empujado por sus estrategias de recomposición,
negando la supervivencia de la mayor parte de la humanidad, crea las
condiciones para su propia caída,  encontrándose  frente a  una encrucijada,  si no hace nada se sigue hundiendo y si hace
lo dictado por sus intereses se hunde más rápidamente.  En base a lo expuesto,  el debate sobre una posible nueva civilización
 no es teórico,  sino  practico,
 se trata 
del  reemplazo de un modo de vida  por otro, en un permanente aprender haciendo
de los pueblos aplicando sus propias experiencias.  
Una nueva crisis
económica planetaria toma cuerpo 
manifestándose  es el colapso
desencadenado el día 9 de marzo con la explosión bursátil trasladándose   a todos
los ámbitos  de la civilización,  atrás quedo el descenso de la tasa de
crecimiento y el tremendo freno de la producción en China, sobreviniendo  el derrumbe del    precio del petróleo, el desplome de las bolsas
generador del   pánico en los mercados financieros, con   nefastas  consecuencias para las economías  latinoamericanas  por la caída de los precios de las materias
primas, salida de capitales y grandes devaluaciones en Brasil, Chile, México.  
Nos encontramos ante un
desafío civilizatorio sin parangón e  incertidumbres acerca de sus desbastadores alcances,
donde   la humanidad debe  resolver extraordinarios  desafíos, calentamiento global, desigualdad, proliferación
militarista  de recursos de destrucción
masiva, gestándose  en su interior nuevas
formas organizativas del trabajo,  aunque
en circunstancias  diferentes ya que,  la  fundamentada disyuntiva de “socialismo o
barbarie”  ha sido reemplazada  por el nuevo dilema   expresado  en -  defensa del régimen capitalista o defensa de
la vida en el planeta.  Resolverlo en
favor  de los intereses de la mayoría de
la humanidad  es el desafío de los
sufrientes y pensantes, asunto  demandante 
de  una  comprensión adecuada en los  diferentes segmentos sociales  acerca de los momentos vividos, junto a una  mayor unicidad y coordinación de los
accionares orientados hacia el cumplimiento de dicho objetivo. 
Nuestro  país no está aislado  de dichos aconteceres,  el actual gobierno   se
encuentra sometido a grados inciertos de protestas de la mayorías y
condicionamientos salvajes emanados de un deuda externa ilegitima, ilegal y
fraudulenta, ascendiendo    según
opiniones de diversos economistas  a 310
mil millones de dólares, de estos (110 mil millones están colocados en ANSES)
el fondo monetario internacional (FMI)  banco mundial (BM)   club
de Paris,  suman en conjunto 70 mil
millones de dólares y  los bonos en manos
de inversionistas privados   130 mil millones de dólares. En momentos donde
las ilusiones de pagarla con recursos extraídos de los yacimientos de vaca
muerta se han hecho trizas, se debe potenciar la voluntad política para investigarla,
suspendiendo los pagos  mientras dure la
investigación y tener claridad a cerca de lo que debiera ser pagado y que no.
 Fuimos 
sorprendidos   por la pandemia del coronavirus (Covid -19) una
nueva cepa de la ya existente manifestándose como un síntoma de la
globalización e irracionalidad capitalista,  destinando increíbles sumas de dineros en armamentos,
es decir a las muertes,   quitándole recursos a las políticas  sanitarias a partir de las
privatizaciones,   ubicándose contra la vida.  En este aspecto, creo que uno de los elementos
a tener en cuenta  es la comprobación práctica
de la falsedad de los mitos (cumpliendo funciones de legitimación ideológica)  en particular aquel señalando que  “todo lo que el mercado no puede resolver no
tiene solución” quedando  en evidencias  su 
incapacidad   para abordar y  resolver los efectos de la pandemia presente,   los 
estados en cambio, con la participación de las sociedades dan pasos
significativos en su resolución,   observándose   a nivel
mundial  importantes bolsones de
solidaridades sociales, oponiéndose  a 
actitudes miserables   de un
sistema agonizante   capaz de servirse de
 sus efectos  para seguir imponiendo un estado de terror
global, desplazando  en  estos momentos   37 mil
soldados maniobrando en Europa,  violando
la cuarentena y toda medida de control.  Sin
dudas, el virus es concebido   como un  shok,  maximizando la confusión  al son de 
minimizar  la protección, utilizándolo   para
salir al rescate   de  los oligopolios industriales hubicados en el
centro de la crisis económica,  irrumpe y
acompaña  el desmoronamiento del orden
establecido, mientras  la organización
mundial de la salud (OMS) alerta sobre el  trasladado del epicentro  de China a 
Europa  y la posibilidad de su migración  hacia los Estados Unidos.
Lo expuesto no implica  desconocer los posibles efectos de la pandemia
sobre las sociedades en general, sino todo lo contrario,  significa reforzar la idea  de la solidaridad popular como  mejor antídoto,   cumpliendo y haciendo cumplir  las medidas  acordes con la situación,  asumiendo como propias  las orientaciones científicas en este aspecto,
sin  pensar  únicamente en cada uno y la  familia de modo individual, sino en las formas
de compartir con los vecinos ayudando a los mas 
vulnerables, de ese modo, colectivamente podremos hacer  menos dolorosas sus consecuencias. 
En un trazo grueso,  blanco sobre negro,   aparece claramente   el
brote de un virus   pasajero y peligroso,
 interconectado   al  capitalismo 
enfermedad permanente   del planeta, en momentos en que lo evidente  no se percibe claramente  a raíz 
del  relato oficial del
coronavirus, intentado  ocultar la
existencia de una crisis sistémica, civilizatoria,   repercutiendo en el  país, con 
amplios segmentos sociales sufriendo 
hambre o careciendo de agua potable para lavarse las manos, mientras las  minorías se encuentran en mejores condiciones
materiales para hacerle frente a la pandemia en curso. 
www.remedijuanalberto.blogspot.com
 
 
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