Contrasentidos
encubiertos
Juan Alberto Remedi Paraná
(Entre Ríos)
La agitación emanada del Covid 19 sigue
dando tela para cortar por desarrollarse
en medio de una crisis global inédita por su carácter civilizatorio, dentro de la
cual, se potencian (entre otras
variantes) tres simultaneas, el Covid 19, medios de subsistencias y hambrunas sin límites,
evidenciando a los seres humanos como esclavos de un andamiaje de poder
orientado a la mercantilización de las vidas,
condicionando acciones,
pensamientos y desnudando lo
irracional de un régimen económico reproductor del canibalismo social. En dicho cuadro, los dueños del poder real junto a sus capataces actuando en
diferentes gobiernos, temen a la
irrupción de las secuelas de lo desconocido, por los
descalabros estructurales, mayor ímpetu de los conflictos
internos y erosión de la legitimidad
institucional.
La economía mundial en la actual etapa, expresa
una unidad en el modo de acumulación del
capital, logrando por intermedio del neoliberalismo remodelar la forma de acumulación y reproducción
económica, por consiguiente la presente
depresión alberga un crac de los fundamentos de la
organización productiva, permitiendo ubicar la
salida solo a través de una profunda transformación estructural junto a los demás
aspectos enlazados. Lo letal del virus se conjuga con
una compleja materialidad superando a los propios estados y lineamientos
privatistas en salud pública, limitaciones en la seguridad social, elevados
niveles de pobreza y precariedad laboral.
Existen cuestiones demostrativas (cuidadosamente
camufladas) del nivel alcanzado por la mundialización del capital debilitando sistemas sociales y afectando la
seguridad de las naciones, haciéndolas dependientes de un sistema de producción,
distribución y consumo, fuera del control de las autoridades políticas, utilizando
a los estados como último recurso, efectivizando medidas
de salvatajes garantizando préstamos a empresas, asumiendo como
propio el paro técnico - haciendo lo
necesario para preservar al régimen ante la presencia de fuerzas
anticapitalistas – preparando la vuelta
de algún tipo de “normalidad” brindándole condiciones de riendas sueltas a la explotación a fin de recompensar las
pérdidas de ingresos así, en ( Paraná provincia
de Entre Ríos, los empleados de
comercio, luego de la apertura de los
locales trabajan 9 hs corridas, en medio de una gran propaganda gubernamental,
sindical y medios de informaciones demostrando su beneplácito por el
hecho, cumpliendo con
la meta de aumentar en 1 hora la jornada laboral) mientras recrudecen las medidas de austeridad presupuestaria para hacerle frente a la cuantiosa
y fraudulenta deuda externa, sin demostrar la mínima convicción política
de investigarla, agravado
por las dinámicas de un norte salvador
del sistema a cualquier precio.
En realidad la “famosa
normalidad del mundo” estallo en mil pedazos,
reflejando disimiles objetividades actuando simultáneamente en distantes geografías, precipitándose
hacia la desconstrucción de lo construido, permitiendo vislumbrar lo peor de la peste en el descuido del ser humano y el horroroso espectáculo de muertes como
algo corriente. Situaciones confluyentes con la urgencia de profundizar las acciones hacia las transformaciones masivas en “favor de la vida” respetando los hechos emanados de las objetividades, como aquel mostrando a la
economía motorizada por millones de
personas y no únicamente por las famosas
inversiones en lo esencial especulativas.
Ahora bien, los límites infranqueables encontrados por el régimen
no implican el fin de la hegemonía
política y social de la burguesía como clase y menos su muerte, quienes están comprometidos con sus designios, no siempre
encuentran las vertientes expulsoras de
esa mortífera lógica, debiendo centrar su atención en un hecho singular relacionado
a la crisis como expresión de una evolución histórica del
pensamiento económico y del modelo de producción y consumo. Si la duración del
actual estado de cosas se prolongara indefinidamente en el tiempo,
dificultaría las posibilidades de
imaginar otras formas de actuar, pensar y funcionar de modo radical, en tanto, el
sistema dio todo lo capaz dar, solo puede seguir ofreciendo más del
mismo, creciente desigualdad, mayor explotación, desposesión, destrucción de la naturaleza y patriarcado.
Imposición del realismo mágico.
Fuera de la percepción
del conjunto de los pueblos, de un día para otro comenzó a escaparse como agua entre los dedos, una idea en lo aparente ultra moderna, exclusiva, singular, vanguardista, ubicando la existencia de la base economía mundial en la llamada “inteligencia artificial” emergiendo como un confín económico inevitable con difusas soluciones a problemas individuales y
colectivos.
Dicho dogma obtuvo desarrollo
mundial entre los años (2015-2020) generando excitación colectiva a partir del establecimiento de una suerte de “verdad privada” como horizonte
obligado para el conjunto, acompañado por
discursos alejados de los aconteceres convirtiéndose en una verdadera impostura. Desde el año (2010) se produjeron grandes cambios en las tecnologías digitales, al encargarse de hacer “peritajes de lo real” a velocidades
superiores a las capacidades humanas, enunciando una verdad siempre acotada, así, la veracidad religiosa enuncia dogmas y exige obedecimientos, del mismo modo y la (IA) enuncia verdades parciales con fuerza y
porcentajes destinados a ser obedecidos, haciendo ver a las “técnicas” (por primera vez en la
historia) dotadas de un “poder de
mando” aunque lo más grave radica en
sus objetivos enfilados a
responder a los intereses privados y organizar a las sociedades de formas más optimizadas acorde a sus
necesidades.
Entendidos en la
materia aducen la existencia de un estado iniciático, desarrollado con la aparición de los Smart Phones, conteniendo aplicaciones capaces de aconsejar
sobre situaciones cada vez más extendidas
en el movimiento dado, imponiendo el “haga esto” o “no haga lo otro”
ligado a la globalización e instando al
consumo, surgiendo luego los “asistentes digitales” virtuales, y, más adelante los “altoparlantes conectados” con el objetivo mantener una relación semejante a la natural,
intima, corpórea con los usuarios,
vinculadas a los conocimientos evolutivos de los actos humanos. Paso a
paso lograron imponer la ilusión de ser un fenómeno beneficioso para el progreso humano, cuando en realidad (en las actuales
condiciones) es solo un instrumento al servicio de las empresas, la velocidad
del desarrollo de los sucesos no significa únicamente ir más rápido, sino ante todo, negar el derecho a las determinaciones de modo libre
en la pluralidad contradictoria.
En los años 70 la
automatización de las empresas se realizó en espacios de trabajos peligrosos y
nocivos, en cambio en la actualidad se aplican a oficios y profesiones donde se
requiere mayor competitividad, teniendo
como meta la
sustitución de las inteligencias
naturales, poniendo a hombres y mujeres
– mujeres y hombres, bajo el doble
imperativo de mercantilización integral de la vida y una optimización continúa
de la vida colectiva, promoviendo un anti humanismo radical, a través de lo
cual, se busca instalar una suerte de utilitarismo generalizado e higiene social. Lo medular radica en la
deshumanización, ya que, la
capacidad de pensar, elegir libremente, y, la
libre expresión de la autonomía humana, son
puestas al servicio de sistemas propagadores de luz propia al margen de la sociedades, apuntando
a la ampliación de los controles sobre
la población, a pesar de lo cual, el
Covid 19 se encargó de evidenciar su estado invalidez, ya que las
soluciones no se originan en el
control absoluto de las cosas, sino atendiendo las fallas aparecidas con
asiduidad.
Otros de los delirios
derrumbándose es el denominado “trans humanismo” (una suerte de movimiento
seudocientífico y en general cultural, cuyo objetivo es mejorar la raza humana
gracias a las tecnologías a nivel físico
mental) y el sentimiento de híper potencia característico de la
industria digital en los últimos diez
años, quedando expuesto pues las tecnologías
no llegan a reparar los defectos humanos. Lo
echado por tierra es el “gran
mito” creado en torno a las empresas
ligadas a los nuevos avances, presentadas como capases por si solas, de modificar el curso de la vida terrestre, ese trans humanismo promovido por Silicón
Valey con Bill Gattes (mayor exponente del filantrocapitalismo) intento crear
un súper hombre a través de tecnologías
milagrosas, observándose a las variantes del solucionismo tecnológico
funcionando como el realismo mágico,
pretendiendo mostrar lo irreal y extraño
como algo cotidiano y común, su discurso aduce a la tecnología resolviendo
multitud de problemas al margen del ser
humano, dicho de otra manera, generan desmovilización y atomización proponiendo pereza y desinterés por las
cuestiones sociales comunes.
Sin ser una excusa,
la celeridad de la aplicación “tecno ideológicas” impidió de alguna manera la formulación de críticas, auspiciando el
convencimiento de ser un destino marcado, de lo incompleto de la creación de dios
por la existencia de un mundo
invadido por los defectos. En relación, lo
primordial es evitar negar lo real
partiendo de las existencias concretas,
elaborando en conjunto una armonía justa e igualitaria en
todos los aspectos de la vida, según los
principios de dignidad y solidaridad,
desechando los interminables
discursos sobre las ideologías del
futuro, ocupándose más de las políticas presentes, reales, siendo
conscientes de la diferencia entre el logro de un porvenir común y un futuro de
fantasías en beneficio de la propiedad privada de los medios sociales de
producción.
Mientras, en el país se asiste a una peligrosa parálisis económica
y social, miedo al mañana, sensaciones
de ahogamientos, inseguridades permanentes, falta de repuestas en consonancia con las situaciones
creadas y efectos físicos psíquicos aun no evaluados, deslizándose hacia una convulsión prolongada en medio de la desesperación de las fuerzas
políticas de la burguesía, cada vez más desvalorizadas ante la sociedad y la crisis de
las fuerzas de izquierda debatiéndose entre lo posible y lo necesario para aportar decididamente a la
construcción de un nuevo mundo.
Atrás quedo el tan
mentado discurso de la “unidad nacional” esfumándose a la vista de todos a consecuencias de la
confrontación entre las fuerzas políticas representantes de los intereses de la
burguesía, expresándose más agudamente en la parcialidad gobernante. Nos encontramos con una crisis extrema del sistema, sin
organizaciones políticas y sociales en condiciones de
conducir la sociedad, con una denominada
“oposición” defensora del régimen solo atinando
a participar por intermedio de acciones descabelladas, aisladas de los sentimientos de las mayorías, sumándole la lamentable inmovilización
popular, fogoneada desde el gobierno y apoyada por singularidades políticas sociales
defensoras del actual estado de cosas.
Hasta ahora dio resultados la práctica de manifestar que luego del Covid 19 “nada seguirá siendo igual” sin explicar los porque y la dirección de los
presumibles cambios, requiriendo
de la imperiosa necesidad de participación
obrera popular en la resolución de los
conflictos. Todo hace ver una pos pandemia con mayor explotación, exclusión
social, desigualdad y patriarcado, evitándose únicamente
con la organización y coordinación de los accionares de los sufrientes y
pensantes aun portando las muletas de
los esquemas superados por la vida y la falta de unicidades indispensables, por lo cual, rescato una
idea (o parte de ella) de Antonio Gramsci, expresando, cada acto
histórico es ejecutado por el hombre colectivo, presuponiendo
el agrupamiento de una unidad
“cultural social” en base de una
concepción igual y común del mundo.
Al paso
Sin embargo es justo
reconocer lo acertado de la posibilidad de estatizar al conglomerado Visentin,
cuestión a resolver en el parlamento. No solo es justo sino necesario, a fin de
frenar a las mafias gubernamentales y
empresariales dedicadas a saquear con
toda impunidad lo bienes comunes, en este caso específico en los marcos del
gobierno saliente de Mauricio Macri. No
deja de ser una medida eminentemente economicista con sus connotaciones acordes, alejada de algunas
visiones de las izquierdas viviendo de la teta del estado, propagando una inaudita postura sobre la posible transición a algo (por no animarse a decir al socialismo, conscientes de lo descabellado del
planteo) en ocasiones, solo en
ocasiones, utilizando la figura de Lenin
para tratar de argumentar tamaño deslinde.
En este sentido, posiblemente sea un aporte recordar
que el concepto de transición figura en el “manifiesto comunista” elaborado por Carlos
Marx y Federico Engels publicado el (21 de febrero de 1848) aunque su aplicación se encuentra sujeta como
“condición necesaria” al ascenso de los
trabajadores al poder, es decir, el derrocamiento del gobierno de la
burguesía y el establecimiento de un poder
revolucionario, se refirieron al “proletariado organizado como clase dominante”-
en una línea similar, el eje de la política Bolchevique en la Rusia
Zarista, según lo establecido en las
“tesis de abril” (4 de abril 1917) gira en torno al esclarecimiento entre las masas del carácter de clase del gobierno provisional en
funciones, representante de los
intereses de la burguesía y terratenientes, de allí el planteo de “todo el
poder a los soviet” Lenin delinea un “programa de gobierno revolucionario “ para
salvar a Rusia de la miseria, la guerra y el hambre, haciéndole frente a la incapacidad de la regencia provisional de la burguesía para
hacerlo y siendo totalmente claro en relación al programa
levantado “la conquista del poder por el
proletariado, con el partido bolchevique a la cabeza y la implantación de una
democracia revolucionaria de verdad. No exigía
al gobierno provisional la transición al socialismo (hubiese sido una
incoherencia) planteaba la transición
siempre y cuando se implante por vía revolucionaria, es decir con el poder
político en manos de los revolucionarios. La lógica de la política
transicional, convocando a las masas trabajadoras a exigir a los gobiernos
burgueses la puesta en práctica de “medidas de transición” como formas
preparatorias del ejercicio del poder, rompe con los presupuestos básicos de la
acción revolucionaria definida por el Marxismo.
Quizás debieron
referirse al exponente del “programa de
transición” León Trotski (fundador de una corriente dentro del marxismo). Independientemente de estar de acuerdo o no
con aquella posición, se la debe ubicar
en un proceso de búsqueda de los mejores caminos para el
triunfo revolucionario y eso es lo esencial, todo lo demás es debatible. Tómese
lo expuesto como un comentario al paso.
remedijuanalberto.blogspot.com junio 2020
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