Ante la posible detonación de una
nueva crisis económica mundial
Juan Alberto Remedi
El movimiento del
capital a nivel global anuncia un nuevo
estallido económico, estudiosos del tema prevén
su explosión en el año 2020 desde los
Estados Unidos hacia el mundo. Las
sociedades serán testigos, una vez más, de la agudización sin precedentes del enfrentamiento entre, la burguesía con su concepto de nación y el resto de la
sociedad, como así también del proceso dialectico desarrollándose entre, capital financiero,
estado y capitalismo en su conjunto.
Ante lo cual, la situación conduce a examinar el movimiento del capital impulsado por tres contradicciones: 1) su concentración
y centralización 2) internalización
comercial, financiera y productiva 3)
desarrollo desigual combinado y subdesarrollo de determinadas regiones. Todo
ello signado por el descenso de la tasa tendencial de ganancias (declive
histórico del valor mercancía) generando
un proceso de acumulación con
trayectoria fluctuante e
irregular en su reproducción, cuya
principal corrección son las “crisis” con la exigencia del aumento constante de plusvalía (explotación) en una dinámica histórica donde el capital fue capaz de producir lo nuevo y reproducir lo
idéntico.
Se esperan
consecuencias más agravadas a las del crac del año 1929, anterior a la segunda
guerra mundial y del año 2008 originadas en el sector financiero, por ser un evento cíclico repetido cada 52 años según el académico Nicolai Kondratieff
(autorrenovacion cíclica del capitalismo). Afectará al sistema de producción en sus
entrañas, a la economía real, industria, comercio, servicios, campo, economías tradicionales
y derribara el mundo del sistema financiero especulativo de creación de
riquezas a costas de “ganancias futuras”
representando un capital ficticio de 160 mil billones de dólares,
aproximadamente cuatro veces el producto bruto mundial (PBM)
Lo esperado no es solo un nuevo estallido financiero, sino la puesta en jaque al sistema productivo, con origen en el
sistema de bienes y servicios, siendo precedida por una
mayor escases de la demanda Junto a las
limitaciones de la oferta real y las repercusiones
de
la llamada “guerra comercial” entre Estados Unidos – China, por la obtención de hegemonías
en las tecnologías de punta
(robótica, inteligencia artificial y comunicaciones) en un caldeado ambiente geopolítico de tensión
con Irán, Venezuela y problemas de crecimiento de la industria
Europea.
Los encargados de enfrentarlas tienen las
manos atadas (entre otras cuestiones) por los
niveles generales de deudas superiores a los
existentes anteriormente. Habrá mayor inflación sin crecimiento económico,
encarecimiento de las importaciones de bienes de consumo, de insumos intermedios, mayor competencia
tecnológica y energética, bajo crecimiento y continuidad de la merma del poder adquisitivo de los asalariados y el
nivel de vida, simultáneamente se desatara la reducción de la producción
trastocando las cadenas globales de
suministros, no pudiéndose resolver haciendo
transfusiones a los bancos centrales, ni
con los instrumentos tradicionales de
política económica, monetaria o fiscal, sumergiendo al
mundo en un caos mayor.
Sus
manifestaciones posiblemente se den
en detonaciones sucesivas de
múltiples magnitudes en diferentes geografías (unas junto
a otras o unas detrás de otras) a través de
las cuales se harán presentes los
efectos de lo que presumiblemente sea la
“más peligrosa crisis del siglo XXI” económica, financiera, de deudas externas,
ecológica y social.
Por ahora lo concreto
es su inminente estallido, requiriendo el
análisis de sus dinámicas concretas, teniendo como norte la defensa de los
intereses de los trabajadores y excluidos, de jóvenes y mujeres, de colectivos
populares y pueblos originarios, junto a la defensa del medio ambiente
(recalentamiento del clima, escases de agua dulce, aire toxico,
desaparición de los bosques y
especies vivas) dinamizando la
existencia de una verdadera alarma ecológica y emergencia climática.
El futuro gobierno en
nuestro país, sufrirá de lleno los efectos tras la debacle económica, productiva y social profundizada a lo absurdo por la actual administración, sumadas a las incoherencias y vacilaciones internas relacionadas a la necesidad de una auditoria
de la deuda externa, fogueando las desesperanzas populares de la urbanidad y el campo. Una vez
más, los anuncios electorales son solo anuncios, luego viene la resolución de las
contradicciones, en momentos de hacerse
insoportable el ajuste contra las
mayorías, por significar la condena a la ampliación del genocidio
por hambre y miseria.
El dilema de hierro a
resolver se resume en: defender los
intereses populares o los del capital financiero internacional y local. La mayoría del pueblo
expreso en las urnas su voluntad de defender los propios intereses,
contra los de una minoría saqueadora, mafiosa y corrupta, actuando dentro fuera de los gobiernos. Aún
hay tiempo para evitar males mayores e implica movilización, participación y coordinación popular en
defensa de sí mismos y por ende de la sociedad toda.
Paraná (entre ríos) septiembre de
2019
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