En un texto, dinámica y
reflexiones, publicado en mayo de 2017, analizando hechos concretos
(no intenciones) exponía entre otros pareceres:
En la misma senda reflexiva, es necesario fortalecer la firmeza de
plantarse ante la adversidad, irradiando hacia el mañana mejores condiciones de
subsistencia.
La implantación de la dictadura cívico militar fascista del año 1976, exigió resolver enfrentarla y como hacerlo, se
trataba de plantarse ante ella y al unísono discutir las opiniones de algunas
fuerzas políticas denominadas democráticas (en plena disgregación) o siendo
participes del gobierno dictatorial, proponiendo en relación a la defensa de
los derechos humanos, abordarlos de formas más amplias, no haciendo centro en la libertad
de los presos y la aparición con vida de
los desaparecidos, es decir licuar el drama vivido en múltiples preocupaciones,
en definitiva resueltas naturalmente.
En las nuevas condiciones vividas se debe impedir a los patrones de los
genocidas y a los genocidas echar por tierra todo lo logrado en materia del
respeto a las libertades y los derechos
humanos, manteniendo vigente el “nunca más” junto a memoria, verdad y justicia.
Dicha firmeza, debiera ser
acompañada de la audacia requerida en defensa de la vida, en un tiempo donde
emergen como por arte de magia, las opiniones de los ayer funcionarios de la
dictadura o los chupa votas con veleidades “democráticas” haciéndole el coro público
a las ideas enarboladas por el neo
fascismo y la cúpula eclesiástica, coincidiendo en el restablecimiento de la teoría
de los dos demonios y poner en tela de juicio la existencia de 30000
desaparecidos. La ecuanimidad en marcha demanda seguir persuadiendo y
argumentando a fin de ganar voluntades, y por otro lado, revelarse contra
quienes actúan abiertamente para volver a un pasado de terror.
Si bien no es grato recordarlo, persiste el dolor de los dolores, de
aquellos dolores ya conocidos, por miles de vidas cortadas de cuajo, impidiéndoles
de modo transitorio o permanente a partir de la violencia ejercida por el
estado, el derecho a seguir viendo un amanecer , un crepúsculo o la emoción de
observar el vuelo libre de una mariposa.
La intención no es solicitar el
hacerse cargo de los desconsuelos ajenos, sería un planteo necio, si en cambio,
instar a la participación para evitarlos, porque nuestras aflicciones podrían
convertirse en las de cada uno y nadie con esos pasares podría desear tamañas
inhumanidades.
Ese pasado reaparece en su más cruel expresión, en la desaparición forzada
de personas (según la opinión del juez que atiende la causa de Santiago Maldonado). Una vez más, fuerzas de
seguridad, en este caso gendarmería nacional con el apoyo de funcionarios
nacionales y el propio gobierno, se encuentran comprometidos en la desaparición
de un ser humano y eso según la experiencia vivida tiene un nombre propio “terrorismo
de estado”.
Con vida lo llevaron, con vida lo queremos, nadie que se considere humano puede estar en
favor de la repetición de esta tipo de hechos aberrantes.
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