sábado, 12 de agosto de 2017

En un texto, dinámica y reflexiones,  publicado  en mayo de 2017, analizando hechos concretos (no intenciones) exponía entre otros pareceres:
En la misma senda reflexiva, es necesario fortalecer la firmeza de plantarse ante la adversidad, irradiando hacia el mañana mejores condiciones de subsistencia.
La implantación de la dictadura cívico militar fascista del año 1976,  exigió resolver enfrentarla y como hacerlo, se trataba de plantarse ante ella y al unísono discutir las opiniones de algunas fuerzas políticas denominadas democráticas (en plena disgregación) o siendo participes del gobierno dictatorial, proponiendo en relación a la defensa de los derechos humanos, abordarlos de formas  más amplias, no haciendo centro en la libertad de los presos  y la aparición con vida de los desaparecidos, es decir licuar el drama vivido en múltiples preocupaciones, en definitiva resueltas naturalmente.
En las nuevas condiciones vividas se debe impedir a los patrones de los genocidas y a los genocidas echar por tierra todo lo logrado en materia del respeto a las libertades  y los derechos humanos, manteniendo vigente el “nunca más” junto a memoria, verdad y justicia.
Dicha firmeza,  debiera ser acompañada de la audacia requerida en defensa de la vida, en un tiempo donde emergen como por arte de magia, las opiniones de los ayer funcionarios de la dictadura o los chupa votas con veleidades “democráticas” haciéndole el coro público a las ideas enarboladas  por el neo fascismo y la cúpula eclesiástica, coincidiendo en el restablecimiento de la teoría de los dos demonios y poner en tela de juicio la existencia de 30000 desaparecidos. La ecuanimidad en marcha demanda seguir persuadiendo y argumentando a fin de ganar voluntades, y por otro lado, revelarse contra quienes actúan abiertamente para volver a un pasado de terror.
Si bien no es grato recordarlo, persiste el dolor de los dolores, de aquellos dolores ya conocidos, por miles de vidas cortadas de cuajo, impidiéndoles de modo transitorio o permanente a partir de la violencia ejercida por el estado, el derecho a seguir viendo un amanecer , un crepúsculo o la emoción de observar el vuelo libre de una mariposa.
La intención no es solicitar  el hacerse cargo de los desconsuelos ajenos, sería un planteo necio, si en cambio, instar a la participación para evitarlos, porque nuestras aflicciones podrían convertirse en las de cada uno y nadie con esos pasares podría desear tamañas inhumanidades.
Ese pasado reaparece en su más cruel expresión, en la desaparición forzada de personas (según la opinión del juez que atiende la causa de  Santiago Maldonado). Una vez más, fuerzas de seguridad, en este caso gendarmería nacional con el apoyo de funcionarios nacionales y el propio gobierno, se encuentran comprometidos en la desaparición de un ser humano y eso según la experiencia vivida tiene un nombre propio “terrorismo de estado”.
Con vida lo llevaron, con vida lo queremos,  nadie que se considere humano puede estar en favor de la repetición de esta tipo de hechos aberrantes.



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