México: La inestabilidad social
Salvador González Briceño
ALAI AMLATINA, 17/04/2015.- Otra tomadura de pelo, como tantas para los
mexicanos. Por la banca internacional, los que responden a los intereses
de Washington e imponen las condiciones cuando de reformas estructurales
se trata, como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional
(FMI).
Ahora resulta que la prospectiva de crecimiento de la economía en México
para el presente año y hasta el 2020, elaborada por el FMI será de ¡3.5%
del PIB!; eso sí, presunto respiro, muy superior al promedio del ¡2.3%
de las últimas tres décadas!
Engaño total. México tiene años y felices días que no da una. Son los
gobernantes que desde Miguel de la Madrid a la fecha solo copian las
recetas dictadas primero por los Chicago Boy y luego la banca
internacional. Quien controla la economía lo domina todo. Todavía peor,
“El que controla los alimentos controla el mundo”, como diría uno de los
mayores operadores del Departamento de Estado y las estrategias de la
CIA en Latinoamérica, el exsecretario Henry Kissinger.
Pero con Carlos Salinas arreció la cosa. Si tuviésemos que responder
solo con el nombre a la cuestión de quién ha sido, o han sido, los
peores presidentes de México por el daño causado en las últimas tres
décadas, dos se llevan el premio: Salinas y Calderón. Pésimos. El
primero porque destruyó una economía que costó años articular y que
desde la década de los 40 creció a tasas muy por arriba de los 2, 3 y
4%. El segundo, porque destruyó lo más preciado para la vida social de
un país: su seguridad. Ambas acciones responden a la estrategia de
Washington, de desestabilización de México.
Estados Unidos quiere a un país sometido al sur de su frontera. No a un
país boyante. Quiere disponer en cuando lo requiera, de todos los
recursos que el territorio todavía posee. Quiere el petróleo del golfo,
el gas de los estados del norte, el uranio de Chiapas, el oro y la plata
y todos los demás recursos del resto del país. Quiere intervenir cada
que quiera, como la nueva ley de aguas acá para que las empresas del
fraking dispongan de la materia prima de dicha técnica destructiva del
medio ambiente. Todavía hace falta denunciar lo suficiente para la
contención de este problema.
Incluso la amenaza de EUA hacia México es de alcance militar. Pero no
saben cómo y busca pretextos. Por eso están arguyendo las peores
ficciones, como lo han intentado tantas veces y por muchas vías. Lo
último es, dizque por la presencia del estado islámico (¡que ni es
Estado ni es islámico!) en la frontera norte de México listos para
invadir territorio gringo (¡re contra sic!). Antes no faltó quien dijera
que los terroristas se habían “asociado” a los carteles de la droga
mexicanos, para amenazar a EU. Chapuzas de a dólar.
Con estas breves referencias solo quiero ejemplificar que la principal
arma de un país (como EU) para controlar a otro (en el caso México), es
imponiéndole los artilugios económicos que se filtran desde el gobierno
hasta la población mediante las “políticas públicas”. Pero hay muchos
métodos más. Y todo lo ha aplicado México como alumno ejemplar incluso
más estricto que Chile, país en dónde los pupilos de Friedman aplicaron
su estrategia de contención, mejor dicho, de choque militar.
Contención de todo, pero principalmente de los salarios, de la
inflación, del trabajo, de los niveles de bienestar alcanzados en
décadas atrás. México se distinguió por décadas porque su modelo de
desarrollo “hacia adentro” le funcionó. Luego vino el modelo de
desarrollo “hacia afuera” que todo se llevó con la globalización para el
desarrollo. Dicho modelo se llevó la riqueza, el crecimiento, la salud,
la educación (Chile también anda por las mismas, los estudiantes
luchando por el rescate del sistema educativo; como acá los
politécnicos, del IPN), se esfumó todo. Las cifras lo comprueban. Porque
en cuanto dejó de funcionar el modelito llamado neoliberal, dejó de
aplicarse en los propios países madre: EUA (Ronald Reagan) y la Gran
Bretaña (Margaret Thatcher).
México sigue mal desde entonces a la fecha. Nada crece. Al contrario,
todo se contrae. O aumenta pero al revés, como la pobreza y la pobreza
extrema. La desaparición de la clase media, la educación, el empleo, los
derechos históricos de los trabajadores, el abandono del campo, la caída
de los salarios con su correspondiente pérdida de poder adquisitivo,
etcétera. Por eso tenemos ahora un país con una tremenda inestabilidad
social. Porque la estratagema del imperio apunta, insisto, hacia la
desestabilización del país. Eso conlleva muchas aristas. Apunta
directamente a las últimas políticas aplicadas en México, pero dictadas
desde EUA.
Y de las últimas “reformas estructurales”, simple entreguismo del sector
energético a las empresas extranjeras; con todo y algunos cuates también
participen, como al magnate Carlos Slim que ya lo hace desde 2013 con
Cicsa y ahora con la nueva empresa Carso Oil & Gas. Enrique Peña Nieto
ha cerrado la pinza de las reformas iniciadas por Salinas; la mejor
muestra de ello es que en el gabinete económico los funcionarios tienen
línea salinista; en Hacienda, en Economía, en el Banco de México. Un
Banxico totalmente al servicio no del peso frente al dólar sino de los
especuladores monetarios extranjeros. Por todo Peña es felicitado en el
extranjero, particularmente por el presidente Barack Obama.
En fin. El caso es que conforme a las propias estimaciones de Hacienda
de que la economía mexicana tendría una mayor expansión “debido a la
aprobación de las reformas estructurales”, entre 2013 y 2018, eso está
por verse. No hay solidez para el crecimiento de México que también
pregona el FMI. Por la contracción generalizada en todas las ramas y
sectores, los únicos son aquellos como el automotriz que maquila a las
matrices. México apunta hacia eso, a convertirse de plano en simple país
maquilador.
Inestabilidad, desestabilización, injerencia extranjera y atentados
permanentes contra la seguridad nacional de México son líneas del norte.
Y los gobernantes mexicanos, diciendo que sí a todo. Estrategias van,
estrategias vienen, y el deterioro se acelera. Ni con la barita mágica
del FMI saldremos adelante, sin cambio de rumbo. Mucho menos cuando el
país se está militarizando, comprando armas al norte.
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