viernes, 30 de diciembre de 2011

No a la ley “antiterrorista”

Solo era cuestión de tiempo para que las caretas caigan por propio peso, dejando al descubierto los verdaderos rostros de quienes, por alguna razón o intereses, perdieron la memoria.
La ley aprobada el 22 de diciembre de 2011 subordina la legislación Argentina a la estrategia Norteamericana impuesta a los pueblos, con el pretexto de la “guerra contra el terrorismo”. Fue promovida y sancionada a pedido del departamento de Estado, por intermedio del grupo de acción financiera internacional (CAFI) y se da en los marcos aprobatorios de legislaciones “antiterroristas” a nivel continental, con el objetivo de perseguir y criminalizar la lucha social.

Se viabiliza así, la aplicación de dicha figura contra los miles de compañeros judicializados y procesados por plantarse en defensa de sus derechos, implica la calificación de “terrorista” a las acciones de protesta y promueve la privación de libertad de los participantes.

Constituye un elemento central para la puesta en práctica de la denominada disuasión, orientada a producir miedos y rupturas de lazos sociales entre los enfrentantes. Induce al terror transformadose en una herramienta de persecución estatal a la lucha social. Intenta echar por tierra todo lo logrado con las movilizaciones populares en defensa de los derechos humanos.
Los verdaderos terroristas duplican sus brindis este fin de año, festejando el avance obtenido en la aplicación de la cultura de la muerte.

Cualquier tipo de vacilación en las denuncias y cualquier tipo de justificación de dicha ley, traerá en el futuro nuevos derramamientos de sangre obrera, popular, estudiantil, cultural, de los movimientos sociales y ecologistas, de los pueblos originarios, campesinos, de hombres, mujeres, jóvenes, adultos, creyentes o no creyentes.

La resiente represión a los trabajadores estatales de Santa Cruz, con un saldo de 20 heridos y la renuncia de algunos funcionarios es solo una muestra del nivel de las contradicciones. Una cosa son los discursos, otra la realidad concreta.

Si bien la memoria de los pueblos es larga, la de los gobiernos y sus organizaciones en todos los niveles, es demasiado corta, peligrosamente corta, terroríficamente corta. Aun estamos a tiempo de evitar daños mayores, si somos capases de movilizar en cada lugar, en su contra y por la vida, pese a quien le pese.


Si a la vida – no a la ley de la muerte

Juan Alberto Remedi --- integrante del Movimiento Bolivariano de Entre Ríos-

Paraná diciembre de 2011.

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